jueves, 23 de junio de 2016

LA RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO EN LA DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN Y DE LOS DERECHOS HUMANOS EN VENEZUELA.



José Vicente Haro
Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello
DEA en Derecho Constitucional por la Universidad Complutense de Madrid
Especialista en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales adscrito al Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España
Especialista en Derecho Administrativo por la Universidad Católica Andrés Bello
Fellow on Democracy, Development and Rule of Law por Stanford University
Profesor de Derecho Administrativo y Derecho Constitucional en la UCAB de 2001 al 2015
Actual Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV
Presidente de la Asociación Venezolana de Derecho Constitucional
Miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional
Miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional



I. Salutación protocolar.

Ilustres Presidente y demás Miembros del Colegio de Abogados del Estado Anzoátegui con sede en Barcelona.

Dr. Luis Beltran Calderon Mejías, Presidente del Colegio de Abogados, pero, sobre todo, amigo y abogado comprometido con la activa del gremio de abogados en la reconstrucción y recuperación de la justicia en Venezuela. Dres. Mounir Wakil, José Félix Gómez Fermin y Juan Ramón García P., miembros de la Junta Directiva de este Colegio de Abogados y de su Instituto de Estudios Jurídicos. 

Ilustres Colegas Abogados, autoridades locales y regionales, estudiantes de derecho y futuros juristas. Señoras y señores.


II. El papel del abogado en la sociedad democrática y en el Estado Constitucional.

Los abogados somos, ante todo y sobre todo, el reflejo fiel del Estado de la Justicia en Venezuela. No voy a hacer uso del lugar común de todos los discursos de mis queridos colegas y amigos que siempre atribuyen al Tribunal Supremo de Justicia, al Poder Judicial, al Ministerio Público y a los órganos auxiliares de Justicia, la total responsabilidad del grado de injusticia que vivimos y padecemos hace bastante décadas los venezolanos.

Antes de eso debemos reconocer y asimilar que, como indica la Constitución venezolana, nosotros también somos, para bien y para mal, parte del sistema de justicia y corresponsables de la situación actual de la justicia y los Derechos Humanos en Venezuela por acción y/u omisión. Todos tenemos un “mea culpa” que hacer al respecto y, para dar el ejemplo, yo soy el primero en dar un paso al frente y decir, sin ambages, complejos o temores, que también soy corresponsable de la situación grave que vive Venezuela en materia de justicia porque todos los días me acuesto pensando: he podido hacer más hoy y no lo he hecho, he podido dar más, pero no lo he hecho, he cometido errores, he podido hacer las cosas mejor, no soy perfecto y debo corregir aquello que haya que corregir, superar lo que se deba superar, evolucionar ante todo y continuar: puedo ser mejor de lo que soy, siempre se puede ser mejor, siempre podemos ser mejores abogados.  

Algunos pensaran que yo, José Vicente Haro, algo he hecho por la justicia y los Derechos Humanos en Venezuela y, tal vez, por modestia no lo reconozco en este momento, pero, honestamente les digo desde lo más profundo de mi corazón: sé que siempre se puede hacer más, pero por las razones que fueren no hacemos más de lo que se nos permite o de lo que está a nuestro alcance y yo también asumo la responsabilidad por todo aquello que tal vez he podido hacer y el tiempo, las circunstancias y las limitaciones me lo han impedido, pero nunca, nunca, podrán servir como excusa. Frente a las injusticias no hay excusas que valgan en la lucha que debe librarse contra ellas.  

Cuando recuerdo el juramento que hice ante el entonces Colegio de Abogados del Distrito Federal y Estado Miranda, al recibirme como miembro de ese Colegio de Abogados, recuerdo haber jurado por hacer valer la Constitución y las leyes, por trabajar y luchar por la justicia, por hacer honor a nuestro Ministerio, recuerdo hacer jurado cumplir con el artículo 2 del nuestro Código de Ética: “servir a la justicia, asegurar la libertad y el Ministerio del Derecho”. Sin embargo, hoy, es poco lo que creo que humildemente he hecho por la justicia, he podido hacer mucho más. Recuerden: siempre se puede dar más y el único límite real y verdadero para ello somos nosotros mismos.


III. El abogado como Defensor de la Constitución y de los Derechos Humanos.

Cuando pensamos en lo que somos los abogados no podemos dejar de mencionar que somos unos simples pero importantes agentes entre los ciudadanos y las Instituciones. La correa de trasmisión entre los ciudadanos que buscan justicia y las Instituciones que están obligadas a brindarla y garantizarla porque, al fin y al cabo, somos quienes colocan al alcance de los ciudadanos los mecanismos para hacer efectiva la Constitución y los Derechos garantizados por la Constitución.

Por ello, la principal misión y compromiso que tenemos los abogados es con la Constitución, los Derechos Humanos y los Ciudadanos.

La Constitución es el documento político jurídico en el que se basa y fundamenta el Estado Constitucional en general, pero en particular, constituye ante todo el reconocimiento de la dignidad humana y de los Derechos Humanos.

Los abogados somos los agentes llamados a traducirla y hacerla realidad, tanto a la Constitución como a los Derechos Humanos, para garantizar aquello que juramos al comenzar nuestro Ministerio: “servir a la justicia y a la libertad”.


IV.  El ejercicio de la abogacía y nuestros compromisos con la Constitución y los Derechos Humanos.  

Cuando comenzamos y nos adentramos al ejercicio de la abogacía como digna profesión que es, muchas veces nos sumergimos en el trabajo del día a día, de los casos, de los clientes, de los honorarios. Vamos haciendo de nuestra profesión toda una empresa, importante, digna y necesaria en una sociedad, pero la más de las veces nos alejamos de lo que fue ese juramento que hicimos ante nuestros Colegios de Abogados para defender la Constitución, los Derechos Humanos, la libertad y la justicia.

El día a día nos lleva por derroteros que nos alejan de nuestra sublime misión y debemos reconocer que ello nos atrapa en un “sino” en el cual o nos debemos a la profesión y a nuestros clientes, o nos debemos a la justicia. Algunos logran armonizar ambas cosas, muchos otros no.

Entre tantas experiencias en Instituciones Públicas y Privadas en mi actividad profesional,  yo estuve casi 15 años de mi vida trabajando para una Firma de Abogados muy importante en Venezuela que tiene muchas sedes en varias ciudades del país, allí llegué, dentro de un complejo sistema a ser abogado junior, luego abogado Asociado, posteriormente Socio y finalmente  Miembro de la Junta Directiva o Consejo de Administración. Y les diré algo, los dos últimos años allí, ya como Socio (2007-2009) sentí ese divorcio terrible entre el ejercicio de la profesión y la justicia y la libertad por la que juré al inicio de mi carrera, hasta el punto que mis opiniones en televisión nacional o internacional o en prensa y radio, contra la Reforma Constitucional en 2007 y en defensa de la Constitución,  eran ya vistas como inconvenientes por varios de mis socios, porque no era conveniente atacar al Gobierno o decir la verdad que todos pensamos.

Para muchos abogados es más conveniente hacer negocios y guardar silencio, ser indiferentes, ser cobardes. Basta criticar al gobierno y los males de Venezuela campaneando un Whisky pero no enfrentando las injusticias. Pero no soy quien para juzgar, la libertad implica, incluso, el no hacer nada, con la paradoja de que esa inacción se convierta en tu propia cárcel.   

A finales de 2009 tome la decisión más importante de mi vida, dejar de ser un abogado más, retirarme de esa Firma por cuestiones de principios y valores éticos y, asumir, sin más y con  todas las dificultades que ello me ha implicado, la defensa de la Constitución, de los Derechos Humanos y de la Democracia en Venezuela. No ha sido fácil, por el contrario, escogí el camino más difícil, aquel que no me permitía el confort y me imponía el sacrificio, humano, económico y sobre todo el riesgo y el peligro en medio de una dictadura que poco a poco se ha ido consolidando. Al principio pensé ingenuamente, debo confesar, que podría armonizar ambas actividades, la privada y la pública por la defensa de la Constitución y los Derechos Humanos. Al final tuve que darme cuenta que cuando uno asume seriamente el compromiso por la defensa de la democracia y los Derechos Humanos corres el grave riesgo de no poder asumir y mantener adecuadamente otras responsabilidades privadas y ese fue mi caso y así lo tuve que asumir muy duramente y cargo con orgullo, pero no sin algún pesar, esa responsabilidad.  

Todo ello se hizo dramáticamente patente para mi cuando asumí gratuitamente y sin ninguna ONG que me patrocine y sin financiamiento alguno, la defensa gratuita de casi 200 presos políticos de los cuales hoy solo me quedan en prisión los terribles e injustos casos de Araminta Gonzalez y Gregory Sanabria (este último acusado junta al Alcalde Antonio Ledezma en la misma causa). Esta lucha por los presos políticos me ha llevado a situaciones complejas y me han hecho enfrentar fuertes amenazas de muerte por parte del SEBIN y el CICPC a varios de cuyos funcionarios he denunciado con nombre y apellido, nacional e internacionalmente ante las Instituciones correspondientes, todo lo cual, dio lugar a una Medida Cautelar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dictó para mi protección en agosto de 2015. Sin embargo, siempre las amenazas siguen, los riesgos están allí, pero más que eso, puede el compromiso de lo que juramos cuando nos recibimos de abogados: luchar por la justicia y la libertad.   

Mi lucha no ha sido fácil, puede parecer significativa para algunos, pero para mí, no es suficiente en resultados: no duermo tranquilo sabiendo que Araminta Gonzalez cumple el mes que viene 2 años sin que se haya dado apertura a su Juicio y que en este tiempo haya intentado suicidarse 2 veces producto de las graves torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes de los cuales ha sido objeto por el hecho de ser una presa política. No puedo dormir tranquilo pensando que en el SEBIN el estudiante Gregory Sanabria ya lleva 1 año y 8 meses en igual situación, sin que se haya abierto su causa a juicio y padeciendo graves problemas de salud. No nunca es suficiente. Hasta que no se logra la justicia y la libertad no hemos completado nuestra misión en los asuntos que están bajo nuestra responsabilidad en materia de Derechos Humanos.

Disculpen por haberme puesto como referencia y haber citado dos de mis casos como ejemplos, pero, creo, que es la mejor forma de decirles a ustedes, colegas, amigos de carrera, que no basta con hacer nuestro trabajo bien y atender bien a nuestros clientes: debemos mojarnos los pies también asumiendo con solidaridad, humanidad, desprendimiento, humildad y valentía (sin miedo), casos “pro bono” en materia de Derechos Humanos, porque al fin y al cabo todos los abogados somos defensores de la Constitución y de los Derechos Humanos. Y aclaro: no soy un ejemplo, solo soy un luchador más, como lo son o pueden ser cada uno de ustedes.    


V. Los abogados como base fundamental para reconstruir el sistema de justicia y recuperar el Poder Judicial en Venezuela.

Si hay ciudadanos que conocemos los problemas de la justicia en Venezuela somos los abogados que acudimos día a día a las Instituciones judiciales y ante los auxiliares de justicia a gestionar nuestros casos.

Más allá de lo que debemos y podemos hacer asumiendo con valentía y compromiso la defensa de la Constitución y de los Derechos Humanos en Venezuela, tenemos otra tarea ineludible en un futuro cercano y la cual no podemos esquivar: trabajar en la reconstrucción del Sistema de Justicia, del Poder Judicial, del Ministerio Público, de la Defensa Pública, de la Defensoría del Pueblo y de las demás instituciones asociadas a la justicia, incluyendo los cuerpos policiales que hoy, como el SEBIN y el CICPC practican sistemáticamente la tortura como política de Estado.

Esto implica un compromiso adicional de carácter institucional y gremial en el que tenemos que colaborar todos los que llevemos la justicia como parte de nuestra lucha de vida y que tengamos y entendamos el derecho como un Ministerio para la libertad.

Pero esa reinstitucionalización no pasa sólo por nuestros órganos de la Administración de Justicia y órganos auxiliares, toca también a nuestras Escuelas de Derecho, nuestra Academia y nuestra educación en las ciencias jurídicas: no podemos seguir hundiéndonos o, por decirlo más sutilmente, tolerando la mediocridad: debemos aspirar a más en lo individual y en lo colectivo incluso desde el punto de vista académico.  

Los retos son muchos, yo sólo les he señalado algunos.   

VI. Los abogados y nuestra importante actividad gremial: el ejemplo del Instituto Venezolano de Estudios Superiores de Derecho y Justicia (INVEDEJUS), aprobado en la XLIX Asamblea General Ordinaria del Inpreabogado realizada en Santa Ana, Coro, y protocolizado en marzo de 2016.

Finalmente y porque no puede haber lugar u ocasión más propicia para ello, quiero resaltar la necesidad y obligación que tenemos los abogados de involucrarnos en los asuntos de carácter gremial que pueden contribuir a los objetivos tantas veces nombrados en este discurso.

En este sentido y aunado a la actividad gremial ordinaria y extraordinaria en la que muchos estamos y debemos seguir trabajando, hay que apoyar aquellas iniciativas que desde el gremio contribuyan para el rescate de la justicia y el Estado de Derecho en Venezuela, tales como la reciente iniciativa, que ya es una realidad, el Instituto Venezolano de Estudios Superiores de Derecho y Justicia (INVEDEJUS), aprobado en la XLIX Asamblea General Ordinaria del Inpreabogado en Santa Ana, Coro, y protocolizado en marzo de 2016, el cual está presidido por el Dr. Wilmer Pereira pero que cuenta en su directiva con una gruesa e importante representación gremial de otros representantes de Colegios de Abogados de otros Estados del país. En el caso del Estado Anzátegui esa novel Institución cuenta con el apoyo de Eduardo René Franco como Vice Rector Académico, mejor representación por este importante Estado, quizás imposible,  

Dicho Instituto tiene por objeto contribuir al desarrollo profesional, ético, académico, jurídico y científico del Derecho en Venezuela, así como la promoción y desarrollo de los Derechos Humanos en Venezuela. Tarea muy importante en estos momentos siendo una iniciativa gremial. Ese Instituto tiene en este sentido realizar alianzas científicas, académicas, profesionales y académicas con Universidades, instituciones nacionales e internacionales, así como gremios, para el cumplimiento de sus fines. En materia de Derechos Humanos ya ha establecido convenios con la Comisión de Derechos Humanos de la Federación de Colegios de Abogados de Venezuela y con el Observatorio Venezolano de Prisiones, entre otras instituciones en materia de Derechos Humanos.

Son precisamente ese tipo de proyectos e iniciativas que todos los abogados debemos apoyar individual o colectivamente como gremio, aportando nuestro granito de arena y así ir poco a poco, pero más temprano que tarde, rescatando ese sistema de justicia del que somos parte y corresponsables.

Queridos y estimados colegas, ha sido un honor que hayan depositado su confianza en mí  para hacerles extender este día del abogado, 23 de junio de 2016, mis consideraciones sobre nuestro papel, como profesionales y gremio, en la Defensa de la Constitución y los Derechos Humanos.

VII. Reflexión final. 

Concluyo con un mensaje para nuestra reflexión, como abogados, ciudadanos y seres humanos, que reflejo en la siguiente cita final:


“La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer, bastaría para solucionar la mayoría de los problemas del mundo” Mahatma Gandhi          


Barcelona, 23 de junio de 2016. 

domingo, 24 de abril de 2016

Las Estrategias Fatales en la Política Venezolana


José Vicente Haro



       “Somos cómplices de este exceso de finalidad que hay en el objeto. Inventamos todas las estrategias con la esperanza de verlas resolverse en un acontecimiento inesperado. Inventamos todo lo real con la esperanza de verlo resolverse en un artificio prodigioso. Esperamos de cualquier objeto una respuesta ciega que turbe nuestros proyectos”. 

Las estrategias fatales
Jean Baudrillard


En los últimos cuatro meses he podido estar en, al menos, 17 ciudades o poblaciones de 13 Estados del país: Barcelona, Barquisimeto, Caracas, Coro, Cumaná, Maracay, Maracaibo, Mérida, Puerto Ordaz, San Carlos, San Cristóbal, Santa Barbará del Zulia, San Juan de los Morros, Tovar, Valencia, Valera, EL Vigía, entre otros, dando charlas o conferencias a las que he sido invitado para debatir o exponer las diferentes vías constitucionales, democráticas y electorales para un cambio de Gobierno en Venezuela, lugares donde he podido expresar mi opinión al respecto y sobre cada una de ellas.

En el curso de ese recorrido, cuando la MUD, el 8 de marzo de 2016, anunció la hoja de ruta para un cambio de Gobierno por vías constitucionales y democráticas, como muchos ciudadanos, interpreté que la propuesta de la MUD -de incluir todas las vías constitucionales viables dentro de esa hoja de ruta-, obedecía a una verdadera estrategia para concretar el cambio.

Ahora, sin embargo, para esta fecha, 24 de abril de 2016, he podido evidenciar que no fue así, lamentablemente. La MUD el 8 de marzo de 2016 como ya lo han declarado varios de sus dirigentes, a falta de un acuerdo unitario, decidió incluir todas las vías o alternativas que defendían los diferentes sectores o partidos de la MUD, como una solución salomónica a un punto en el cual no hubo y, todavía, no hay un total acuerdo.

Dentro de quienes creemos en la democracia y en el pluralismo político, consideramos lógico y hasta necesario que dentro de la oposición se tengan y defiendan diversas visiones y opciones políticas en temas que son del interés de todos los venezolanos. Yo mismo, en este tema en particular tengo mi opinión y apreciación sobre cuál debería ser la vía más idónea, integral y verdaderamente necesaria no sólo para un cambio de Gobierno en el país, sino para el cambio del sistema o del modelo que se nos ha impuesto en los últimos 17 años y que también tiene sus antecedentes en modelos que se implementaron desde 1958 e, incluso, décadas pretéritas, en Venezuela.

Sin embargo, escuchando a la gente, a los ciudadanos, en los diferentes lugares y ciudades a los cuales he podido ir hasta ahora, debo reconocer que la mayoría pide y, hasta reclama, una estrategia unitaria sobre la vía, mecanismo o camino constitucional, político y electoral que todos los venezolanos debemos recorrer para lograr el cambio que tanto reclama Venezuela y que hasta el momento no se ha concretado y corre el grave riesgo de no poderse concretar. En este sentido, todos debemos hacer el esfuerzo de ceder en nuestra apreciación particular y dar margen a una  estrategia unitaria que verdaderamente sea capaz de lograr el objetivo común que necesita Venezuela, para poder concentrar TODOS nuestros esfuerzos en esa estrategia y no diluirnos en distintas vías que si bien persiguen un fin común, pueden llegar a chocar en la práctica.
      
Con el pasar del tiempo, he caído en cuenta que la MUD en realidad no tiene una estrategia definida y consensuada sobre cómo debe concretarse el cambio de Gobierno en Venezuela, tampoco la tuvo cuando la Sala Electoral arbitrariamente le ordenó desincorporar a los Diputados del Estado Amazonas y por eso aceptó, sin más, la decisión inconstitucional que le quitó la mayoría de 112 Diputados en la Asamblea Nacional que ganó por el voto ciudadano el 6 de Diciembre de 2015; tampoco la ha tenido para enfrentar los graves, inconstitucionales y antidemocráticos ataques que ha sufrido la Asamblea Nacional por parte de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia desde su instalación, ataques que se han concretado a través de 9 decisiones de esa Sala, que han lesionado gravemente la democracia en Venezuela; tampoco la tiene para concretar la liberación de los presos políticos en Venezuela, presos que vieron una luz el 6 de diciembre de 2015, pero ahora están, de nuevo, en la incertidumbre, porque su libertad parece ya haber quedado en un segundo o tercer plano de la agenda política de la MUD.

En alguna ciudad dentro de mi itinerario de charlas y conferencias, tuve la oportunidad de conversar con un importante integrante de la MUD y líder de uno de los partidos políticos que integran el llamado G4 y (al charlar sobre aspectos constitucionales relacionados con una Ley que estaba en discusión en la Asamblea Nacional y sobre la vía constitucional que en mi opinión es la más idónea para concretar un cambio de Gobierno en Venezuela), me sorprendió que en la misma conversación me repitiera, al menos tres veces, que tal vez lo mejor que podía pasar es que Nicolás Maduro siga, por los momentos, siendo el Presidente de Venezuela y que los esfuerzos políticos y electorales, en su opinión, deberían concentrarse en ganar las Gobernaciones y Consejos Legislativos en las elecciones regionales que teóricamente serían en diciembre de este año, para luego de ganado un importante y contundente número de Gobernaciones, concretar el cambio de Gobierno en Venezuela, ya el año que viene, por una vía constitucional. Como justificación para su planteamiento me dijo, entre otras cosas, que “Maduro es el mejor jefe de campaña de la oposición”, en el sentido que, por su pésimo gobierno, estaba haciendo crecer a la oposición venezolana.

Tal vez por no ser un político y nunca haber pertenecido ni militado en un partido político, hasta ese momento no me había percatado de las estrategias fatales que pueden estar guiando a algunos integrantes de la MUD. Confieso que para mí, ese día, comencé a ver muchas cosas en una forma muy distinta.

Nunca he seguido a una persona o personas, sólo he seguido ideas, principios, valores o ideales: ideales de justicia, equidad, democracia y libertad. En el camino me puedo haber equivocado (seguramente y lo asumo), no soy quien para juzgar, mucho menos para juzgarme, pero sí estoy consciente de mi derecho a expresar lo que pienso y disentir de aquello con lo que no estoy de acuerdo.

Veo con gran preocupación y hasta con estupor que la MUD hasta ahora no haya logrado dentro de los diversos factores que la integran, llegar a una estrategia unitaria, una verdadera estrategia para concretar al cambio que ya con ansiedad y hasta con desesperación esperan, requieren y exigen muchos venezolanos. Puede terminar siendo una estrategia fatal seguir haciendo política aplicando la filosofía del personaje Eudomar Santos “Como vaya viniendo, vamos viendo”. Ahora más que nunca está comprometida la dignidad y vida de los Venezolanos, el futuro de los venezolanos frente a una dictadura socialista que trata de revestirse en un manto de la legalidad.

Cuando la dirigencia política tiene una agenda partidista, ajena a los intereses de los ciudadanos y en la que privan las tácticas para acceder o mantenerse en cargos públicos, por el cargo mismo, los ciudadanos comienzan a no sentirse representados por esa dirigencia y entonces en ese punto pueden ser presa fácil de la ansiedad, el pánico y la desesperación ante los graves problemas sociales, económicos y humanitarios que viven actualmente día a día, todo lo cual puede conducir a situaciones que lejos de contribuir a lograr el objetivo común que todos tenemos: rescatar a Venezuela; lleven al país a circunstancias aún peores que las que vivimos actualmente. Como siempre he indicado, en la vida y en la política siempre se puede estar peor, nunca se toca fondo.

Hace poco una ciudadana me comentaba con preocupación que al acercarse al Cabildo Abierto que realizó la MUD el 19 de abril, le preguntó a varios de los diputados allí presentes sobre la estrategia para lograr la libertad de los presos políticos después de todo lo sucedido con la Ley de Amnistía. La respuesta fue sorprendente para esta ciudadana: “después de lo que ha pasado, la libertad y salida de la cárcel de los presos políticos será el referendo revocatorio”, así le indicaron varios de los diputados a los que ella pudo consultar directamente. Al día siguiente, 20 de abril de 2016 se estaba aprobando en primera discusión el proyecto de Enmienda a la Constitución para recortar el mandato constitucional de la Presidencia de la República. Dos días después el TSJ volvió a arremeter contra la Asamblea Nacional con una inconstitucional sentencia en la que prácticamente “interviene” el Parlamento y el Presidente de la Asamblea Nacional anunció que el TSJ prepara una sentencia en contra del Proyecto de Enmienda Constitucional.      
  
“Inventamos todas las estrategias con la esperanza de verlas resolverse en un acontecimiento inesperado”.

Las estrategias fatales
Jean Baudrillard