EL
DESAFÍO DE LOS VENEZOLANOS: RECUPERAR LA DEMOCRACIA
José
Vicente Haro
Presidente
de la Asociación Venezolana de Derecho Constitucional
Profesor
del Postgrado de Derecho Constitucional de la Universidad Central de Venezuela
Abogado
con Postgrados en Derecho Constitucional, Derecho Administrativo y Ciencia Política
Venezuela
duele. Aquello que tanto amamos también es la razón de nuestro sufrimiento.
Tenemos dos décadas observando como se destruye la Nación y como se ha sepultado
aquella democracia que, con todo y sus defectos, ahora extrañamos, aunque todos
sabemos que merecemos muchísimo más que ese sistema democrático deficiente que se
convirtió y, necesario es reconocerlo, en una de las causas del régimen que
ahora nos oprime. Nos equivocamos, nos hemos equivocado, debemos reconocer que,
en efecto, erramos y aquí todos tenemos algún grado de responsabilidad, por acción
u omisión.
Como
un simple ciudadano que soy, ni más ni menos que eso, no puedo evitar en estos
momentos expresarme y decirles que me niego a seguir siendo un cronista más de
nuestra desgracia, otro comentarista y analista de la destrucción a la que ha
sido sometida nuestra querida Venezuela.
Estoy
convencido que los ciudadanos esperamos muchísimo más de nuestra dirigencia
política, pero también, creo fielmente que debemos hacer más por aportar
soluciones a los grandes males a los que nos ha sometido el actual régimen.
En
los últimos años he visto salir a flote, en durísimos casos y circunstancias, lo
mejor de muchos venezolanos frente a la adversidad, pero también he sido
testigo de lo peor, de lo más bajo de muchísimos venezolanos que dejaron de ser
ciudadanos, para convertirse en simples depredadores. Sin embargo, sigo pensando,
que los buenos somos mayoría.
Ante
esta desgracia que estamos viviendo y sufriendo la gran mayoría de los
venezolanos, los ciudadanos exigimos de nuestra dirigencia política asumir sin
cálculos personales, particulares, partidistas, económicos o sectoriales, la
responsabilidad que tienen que asumir. Basta ya de privilegiar los egos y la
soberbia o de ceder ante el chantaje, la corrupción y ciertos privilegios o beneficios
económicos, a cambio de la libertad, la vida y la dignidad de los venezolanos.
La
política no puede quedar reducida a los lugares comunes que hemos observado en
los últimos años. Debemos tener una visión de estadistas, de verdaderos
constructores de un futuro mucho más allá de nuestros intereses, egos,
beneficios y parcelas. Tenemos el deber, cada quien desde su campo de acción
social, de articular todos nuestros esfuerzos para escucharnos, trabajar en
equipo y tomar decisiones. Dejemos a un lado la ingenua creencia que el sólo
transcurso del tiempo y el agravamiento de la terrible crisis económica,
social, humanitaria y política de nuestra Nación, nos llevará al “quiebre” y a
la “liberación” de Venezuela. Las estrategias fatales son aquellas que sólo
dependen de hechos futuros e inciertos, de vanas esperanzas. Las verdaderas
estrategias se edifican con la toma de decisiones y las acciones tácticas para
lograr los objetivos que nos proponemos.
En
las próximas semanas, en el próximo mes y, hasta por lo menos, el 10 de enero
de 2019, se abre para los venezolanos una nueva ventana de oportunidad en medio
de la adversidad, para construir soluciones y una hoja de ruta concreta para
ese objetivo sublime que todos los venezolanos anhelamos: la libertad.
Nicolás
Maduro se ha deslegitimado en el ejercicio de su cargo, luego de una
cuestionable elección en abril de 2013, cuyos resultados no se correspondieron
con la realidad. Amén de lo anterior, se ha deslegitimado por la sistemática
violación de los derechos humanos de los venezolanos, no sólo civiles y políticos,
sino también de los derechos económicos, sociales y culturales que todos
tenemos. Se ha deslegitimado además, por el Abandono del cargo que determinó la
Asamblea Nacional mediante Acuerdo del 9 de enero de 2017. Finalmente, se ha
deslegitimado en su cargo por haber sido destituido del mismo por incurrir en
los delitos de corrupción propia y legitimación de capitales en la trama de
corrupción trasnacional conocida como “Odebrecht”, todo lo cual fue determinado
mediante sentencia firme del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo y
actualmente en el exilio por razones de persecución política.
No
obstante lo anterior, para una parte de la dirigencia política y la Comunidad
Internacional, será el 10 de enero de 2019 la fecha en la cual, Nicolás Maduro quedará,
sin lugar a dudas, deslegitimado en la condición de Presidente por la
culminación del actual período constitucional presidencial, sin que se hayan
realizado unas “elecciones auténticas” en el país que, con un árbitro electoral
confiable, ofrezca garantías para unas verdaderas elecciones libres,
universales y secretas, que reflejen la verdadera voluntad de los electores, en
condiciones justas y transparentes. El 20 de mayo de este año no hubo
elecciones auténticas en Venezuela.
Constitucionalmente
está claro que existe una vacante en la Presidencia de la República y que, a partir
del 10 de enero de 2019, será aún más patente y evidente esa vacante.
Ante
tal circunstancia, corresponde a la Asamblea Nacional como órgano en el que
están presentes los representantes del pueblo, cubrir esa vacante Presidencial
hasta tanto se realicen “elecciones presidenciales auténticas”. La Constitución
de 1999 no nos ofrece una solución o disposición expresa y directa sobre la
forma de cubrir esa vacante presidencial. Las interpretaciones y dudas legales
son de la más variada especie. Sin embargo, les puedo asegurar algo: lo que no
permite la Constitución es quedarnos sin hacer nada.
La
Constitución por su propia naturaleza y vocación, a través de sus disposiciones,
valores y principios constitucionales, siempre tiende a buscar y a exigir, su
máxima realización, cumplimiento y eficacia en la vida de la sociedad destinada
a normar. La Constitución no tiene la intención de ser un documento aislado del
contexto político de la sociedad que rige, por el contrario, mediante la
integración normativa e interpretativa de sus valores, principios y disposiciones,
busca, persigue, tiende a resolver los grandes problemas políticos de una
Nación, directamente mediante norma expresa o articuladamente mediante la
integración e interpretación concatenada de su normativa.
Si
frente a un problema político la Constitución no ofrece solución expresa,
técnicamente es dable, permitido, necesario y autorizado, integrar las disposiciones,
principios y valores constitucionales para ofrecer la solución a ese problema
político. Lo inadmisible es hacer caso omiso a esos valores, principios y disposiciones
constitucionales.
Políticamente
se puede optar por alguna de las soluciones que ofrezca la interpretación constitucional,
siempre que no quebrante y destruya los fines del Estado constitucional.
Como
ciudadano, venezolano y especialista en Derecho Constitucional, no albergo duda
alguna en que la Constitución de 1999 ofrece soluciones de cara a la falta de legitimidad
en la Jefatura del Estado y la Jefatura del Gobierno de Venezuela que se hará
aún más patente el 10 de enero de 2019. La dirigencia política, con visión
estadista y no partidista, ni personalista, así debe asumirlo y obrar en
consecuencia.
La
Constitución no sólo proscribe los fraudes constitucionales que pretenden
destruirla y desconocerla, también censura las decisiones políticas que por
omisión, la desconocen.
Desde
el 9 de diciembre de 2018 hasta el 10 de enero de 2019 se abre una ventana de oportunidad
para que la dirigencia política, procurando la máxima realización de la
Constitución, adopte desde la Asamblea Nacional las decisiones requeridas para
cubrir el vacío institucional que se presentará en la Representación Política y
Jurídica del Estado con más claridad desde el 10 de enero de 2019. Si el Parlamento
no lo hace, nosotros los ciudadanos, tenemos el deber de denunciarlo no sin
antes poner todo nuestro esfuerzo para que, con el apoyo de todos, lo haga y se
adopten las decisiones correspondientes.
Los
ciudadanos comprometidos con el pleno restablecimiento de la democracia y el
orden constitucional en Venezuela lo agradeceremos y lo respaldaremos. Si no es
así, los mismos ciudadanos debemos buscar la construcción de puentes estables para
que las autoridades legítimas de Venezuela, en territorio venezolano o en el
exterior, asuman esa responsabilidad.
“No
tengáis miedo” como dijo su Santidad Juan Pablo II.
Caracas,
7 de diciembre de 2018.
José
Vicente Haro
@JOSEVIENTEHARO
E-Mail:
josevicenteharo@gmail.com
+58
4141100618.
Muy bueno su artículo, pero, la realidad es que nadie (ud tampoco) dice lo que todos sabemos: las ACEITUNAS VERDES ARMADAS CEBADAS PARASITOS, CÓMPLICES NECESARIOS DEL INMADURO Y SU COMBO, deben ser DADAS DE BAJA, y ahí es donde está el "nudo gordiano" de la solución.La cuál indudablemente pasa por un ACTO DE FUERZA BRUTA. Atentamente. Kamal Zoghbi Herrera
ResponderEliminarAdmirado prof. Y constitucionalista.es indudable que estamos ante un gobierno forajido y un Estado sin gobierno y como usted bien lo dice, la Constitución prevé los mecanismos, aunque no expeesos, para llebar el vacío de poder. La circunstancia es que la dirigen cia política de oposición marque la pauta para la debida movilización de masas de esa mayoría de venezolanos que reclamamos Democracia y Derechos Humanos: LIBERTAD...! FELICITACIONES POR SU ENJUNDIOSO Y CERTERO ANÁLISIS DE LA GRAVEDAD DE NUESTRA VENEZUELA...! UN CORDIAL ABRAZO..!
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